ANTOFAGASTINA
Antofagasta: bella flor…
Por Héctor
Sotelo
(Desde
Argentina)
Muchas veces escuché decir que para muestra, basta un botón. Y eso
es lo que viví estando en este mes de enero en la ciudad de Antofagasta y en
otros lugares de Chile como la ciudad de Iquique. Pues sentí la generosidad y
la predisposición para ayudar que tienen los chilenos.
También se dice que Chile y
Argentina son países hermanos. Y creo que sí y más convencido estoy de eso
desde este viaje. Y esa hermandad pasa por los hombres y mujeres de carne y
hueso en primer lugar, por la calidez de
la gente que componen ambas comunidades. La hermandad que soñaron los libertadores
tiene su asidero en esta realidad latente de los pueblos queriendo vivir en
paz, en armonía, sin guerras y sin discordias.
La cordillera de los Andes no es
la frontera que separa sino el símbolo de la unidad de los pueblos. Estamos
unidos por la misma. Las cimas son el reflejo de la aspiración, la altura que
debe estar en la meta, el crecimiento de ambos en un camino que supere lo que
está mal y se realice el ideal de una sociedad cada vez más justa y una
Latinoamérica unida.
Antofagasta. Alguien me dijo en
ese lugar, que es el motor económico del país. Y se percibe ese movimiento de
gente trabajadora, luchadora. Ciudad cosmopolita, ciudad que recibe, ciudad que
da.
Ciudad de escritores, de mineros
y de fútbol; de la Antofagastina ,
que se abre paso entre luchas y sacrificios por mostrar la realidad de la
ciudad, por abrir una brecha de mirada distinta, una identidad cada vez más
propia que refleje lo local en un afán integrador.
Antofagasta, ciudad de historia,
de pampinos que no temen al trabajo, ni al clima, ni al desierto. Tierra que se
cobija en los cerros para recibir al sol y se duerme mirando al mar en el
occidente del sol. Casa del sol.
Tierra de calicheras y del
blanco salitre que se mezcló con sangre en la historia. Tierra de rojo pardo
cobre, que nace en las entrañas de la tierra y llega al mar.
Tierra de hogares tibios y
agradables; de porotos cocinados con amor. De amistad que atraviesa fronteras. De
casitas que miran a la montaña y casitas
que miran al mar.
Palabras hechas canciones en
letras de amor y de sonrisa. Canciones de pescadores que alegres ofrecen sus
mariscos traídos en lucha con el Océano de aguas frías que golpean las costas
rocosas.
Ciudad larga, émula del gran
Chile, que busca más costa para engrandecerse. Antofagasta, una bella flor a
orillas del mar, una bella flor a orillas de los cerros.
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