domingo, 1 de abril de 2012

Antofagasta: bella flor…






ANTOFAGASTINA


La Pluma del Lagarto





Antofagasta: bella flor…

Por Héctor Sotelo

(Desde Argentina)



Muchas veces escuché decir que para muestra, basta un botón. Y eso es lo que viví estando en este mes de enero en la ciudad de Antofagasta y en otros lugares de Chile como la ciudad de Iquique. Pues sentí la generosidad y la predisposición para ayudar que tienen los chilenos.

                También se dice que Chile y Argentina son países hermanos. Y creo que sí y más convencido estoy de eso desde este viaje. Y esa hermandad pasa por los hombres y mujeres de carne y hueso  en primer lugar, por la calidez de la gente que componen ambas comunidades. La hermandad que soñaron los libertadores tiene su asidero en esta realidad latente de los pueblos queriendo vivir en paz, en armonía, sin guerras y sin discordias.

                La cordillera de los Andes no es la frontera que separa sino el símbolo de la unidad de los pueblos. Estamos unidos por la misma. Las cimas son el reflejo de la aspiración, la altura que debe estar en la meta, el crecimiento de ambos en un camino que supere lo que está mal y se realice el ideal de una sociedad cada vez más justa y una Latinoamérica unida.

                Antofagasta. Alguien me dijo en ese lugar, que es el motor económico del país. Y se percibe ese movimiento de gente trabajadora, luchadora. Ciudad cosmopolita, ciudad que recibe, ciudad que da.

                Ciudad de escritores, de mineros y de fútbol; de la Antofagastina, que se abre paso entre luchas y sacrificios por mostrar la realidad de la ciudad, por abrir una brecha de mirada distinta, una identidad cada vez más propia que refleje lo local en un afán integrador.

                Antofagasta, ciudad de historia, de pampinos que no temen al trabajo, ni al clima, ni al desierto. Tierra que se cobija en los cerros para recibir al sol y se duerme mirando al mar en el occidente del sol. Casa del sol.

                Tierra de calicheras y del blanco salitre que se mezcló con sangre en la historia. Tierra de rojo pardo cobre, que nace en las entrañas de la tierra y llega al mar.

                Tierra de hogares tibios y agradables; de porotos cocinados con amor. De amistad que atraviesa fronteras. De casitas que miran a  la montaña y casitas que miran al mar.

                Palabras hechas canciones en letras de amor y de sonrisa. Canciones de pescadores que alegres ofrecen sus mariscos traídos en lucha con el Océano de aguas frías que golpean las costas rocosas. 

                La Portada más al norte, escondida como un tesoro que de pronto se descubre en sorprendente arrebato de belleza en medio de la espuma del agitado mar.

                Ciudad larga, émula del gran Chile, que busca más costa para engrandecerse. Antofagasta, una bella flor a orillas del mar, una bella flor a orillas de los cerros.

               


EDICION ANTOFAFENIX
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