jueves, 17 de marzo de 2011

ASI TRATAN ALGUNAS MUJERES A LOS HOMBRES

ASI TRATAN ALGUNAS MUJERES

A LOS  HOMBRES



Por Ricardo Araya Maldonado
Hincha más Hincha del CDA


Fue una entrevista larga, como todas mis entrevistas a personajes del fútbol. Más de dos horas charlando sobre temas de “peloteros”, con un ex jugador de Club Deportes Antofagasta.


De pronto, en medio de la conversación señaló que, después que vistió la camiseta antofagastina y jugando por un equipo de otra ciudad, su matrimonio había fracasado, llegando a la separación.


En realidad, tal afirmación no me conmovió y tampoco me llamó mayormente la atención, tanto que no le hice ninguna contra-pregunta, porque no quería distraerme con temas aledaños a su destacada carrera profesional.


Sin embargo, al momento de armar la nota y traspasar mis escritos al computador, me afloró intempestivamente la interrogante, sobre cuáles habían sido las causas de ese rompimiento. No me interesaban las razones específicas, sino saber si había sido por motivo de las “cosas del fútbol”, en su calidad de jugador, o simplemente, por situaciones externas, personales, no relacionadas con el deporte.


De ninguna manera, esa duda me corroía el interés, como a los espectadores de los chabacanos programas faranduleros de la televisión. Por eso, esperé que transcurrieran los días, hasta que acudí a entregarle, personalmente, una invitación a la ceremonia de lanzamiento de mi cuarto libro “Pumas en el Estadio”.


Nuevamente, surgió la charla espontánea sobre temas futboleros, hasta que le recordé su afirmación y la consulta de rigor… ¿la separación fue a causa de tu condición de futbolista, o por algo diferente?...Sin inmutarse siquiera, respondió de inmediato, sin detenerse…”mira, yo tuve la suerte de firmar siempre buenos contratos y gané muchísimo dinero…mi esposa llevaba una vida de lujo, sin medirse en comprar nada; con visitas al sauna, al gimnasio y a la peluquería dos o tres veces por semana; muchísima vida social; una hermosa vivienda y con empleada que le hiciera las cosas de la casa…ella se encontraba tan bien en ese ambiente, que en cierta temporada en que realicé una excelente campaña, varios equipos capitalinos quisieron contratarme duplicándome el sueldo…pero ella no quiso dejar la placentera vida que llevaba, perdiéndome la oportunidad de tener más vitrina profesional y, de seguro, haber salido a jugar al extranjero…como consuelo te puedo asegurar, que el club donde estaba me aumentó el sueldo casi parecido al que me ofrecían en Santiago, por lo cual pasé a integrar la elite de los jugadores mejor remunerados del país”.



“Así que decidí invertir el dinero; pero desgraciadamente hice pésimos negocios y de la noche a la mañana, por “poner todos los huevos en una sola canasta”, ocurrió un siniestro y me quedé con los brazos cruzados y los bolsillos sin un veinte.


Entonces, obligadamente, deberíamos amoldarnos a mi nueva situación; a una vida más bien modesta, porque me quedé sin dinero, pero con muchas deudas…eso no lo aceptó y fue entonces cuando me abandonó”…


Lo dijo tan tranquilamente, como cuando había iniciado su confesión…sin dolor, sin amargura, sin culparla, como aceptando que esa deleznable conducta, era intrínsica a todas las mujeres chilenas…y antes que hilvanara más palabras, le repliqué con mi conclusión crítica sobre el tema “o sea que el amor lo medía en dinero”…


Desgraciadamente fue así –agregó, mientras me miraba, como esperando otra sentencia lapidaria-…claro, mi opinión no se hizo esperar…”hoy en día todas las mujeres son muy interesadas y buscan al hombre para que las mantenga, o las saque de su situación llena de problemas económicos”…


“Así no más es. Y es la triste realidad”…dijo mientras se concentraba observando la tarjeta de invitación, que le acababa de entregar…